Sheinbaum da vuelta la página en México: el fin de “abrazos, no balazos” y la presión clave de Trump

La presidenta de México, Claudia Sheinbaum, marcó un cambio radical en la estrategia antidrogas del país, abandonando la polémica política de “abrazos, no balazos” implementada por su antecesor. Este giro responde en gran medida a las presiones ejercidas desde Estados Unidos, con Donald Trump jugando un papel decisivo en el endurecimiento del combate al narcotráfico.

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Desde su llegada al poder, Sheinbaum reforzó las fuerzas de seguridad mexicanas, impulsó la reactivación de la policía federal y multiplicó las extradiciones de narcotraficantes a EE.UU. En apenas cien días, se reportaron mayores incautaciones de drogas y armas, así como un aumento significativo en la detención de líderes del crimen organizado.

El expresidente estadounidense, aunque ha mostrado críticas hacia México y Canadá por el tráfico de fentanilo, reconoció públicamente los avances de Sheinbaum, calificándolos como “una gran idea” y anunciando apoyo económico para replicar ciertas acciones en territorio norteamericano.

Sin embargo, la transición a una postura más combativa no está exenta de desafíos. Expertos señalan que, si bien la cooperación internacional se intensifica, persisten problemas estructurales como la corrupción y la violencia interna que requieren soluciones profundas y sostenibles.

La nueva administración enfrenta ahora la compleja tarea de equilibrar la presión externa con la necesidad de reformas internas que garanticen una lucha contra las drogas eficaz, justa y duradera.