El caso de la “Niña Emilia”: la secuestraron cuando salía del colegio y su crimen destapó una red de trata

El brutal crimen de la nena de 10 años conmocionó a Ecuador en 2017, ya que logró desmantelar a una banda que se dedicaba a la producción de material de explotación sexual de menores.

Era un viernes de mediados de diciembre cuando Emilia Benavides, de 10 años, salió de su escuela para dirigirse a su casa, ubicada en la ciudad de Loja, en Ecuador. A diferencia del resto de la semana, ese día debía volverse sola, ya que nadie en su familia podía ir a buscarla.

A las 12:42, una cámara de seguridad la registró en la parada del colectivo que la llevaría hasta el barrio Ciudad Alegría, donde vivía junto a sus padres y su hermana. Pero nunca llegó.

Tras una intensa búsqueda por parte de las autoridades, la Policía logró identificar a un sospechoso. Se trataba de José “El Chino” Nero, un profesor de baile que trabajaba en un gimnasio al que la mamá y la hermana de Emilia asistían casi todos los días.

Una vez que fue detenido e interrogado, Nero se quebró y lo confesó todo: él, junto a otros dos cómplices, habían planeado secuestrar a la nena para producir material de explotación sexual de menores. Luego, la habían matado y tirado su cuerpo al costado de una ruta. Efectivamente, cuando los policías fueron al punto señalado, los restos de la víctima estaban ahí.

El caso de la “Niña Emilia”

El 15 de diciembre de 2017, Emilia Benavides se preparó para ir a la Escuela Zoila Alvarado de Jaramillo, ubicada en el centro de la ciudad ecuatoriana de Loja. Ese día tenía educación física, así que se puso el uniforme para hacer ejercicio. Antes de salir, saludó a su mamá como todas las mañanas, sin saber de que esa sería la última vez.

Al mediodía, cuando su jornada escolar terminó, salió de la institución y caminó unas cuadras hasta la esquina donde estaba la parada del colectivo que la traería de vuelta. En ese punto, mantuvo una breve conversación con el dueño del local que estaba sobre esa misma calle y se capturó una de sus últimas imágenes con vida.

Por la tarde, sus papás se preocuparon porque la nena de 10 años no había llegado a la hora que siempre solía hacerlo. Preguntaron a los directivos de la escuela, a familiares y amigos, pero nadie tenía información de su paradero. Ese mismo día, hicieron la denuncia ante la Policía y se inició una intensa búsqueda por cada rincón de la ciudad. En el operativo, intervinieron tres equipos diferentes y la Interpol.

En ese momento, la Dirección Nacional de Policía Especializada para Niños, Niñas y Adolescentes de la Policía Nacional (DINAPEN) emitió un comunicado con las características físicas de Emilia, en el cual se solicitó su mayor difusión con la esperanza de encontrarla lo antes posible. Así, el país entero se conmovió con la desaparición de la menor.

Luego de tres días, los investigadores realizaron una minuciosa revisión de las cámaras de seguridad que estaban en las cercanías de la escuela de Emilia y de la parada de colectivo en donde se la vio por última vez. En una de esas grabaciones, lograron identificar a un sospechoso que caminó junto a ella, hasta un punto en donde se les perdió el rastro.

Se trataba de José “El Chino” Nero, un allegado al padre de la niña desaparecida que daba clases de baile en un local que alquilaba en el barrio de Ciudad Alegría. A ese gimnasio, asistían la mamá y la hermana de la nena de 10 años, por lo cual ella lo conocía y había generado cierto nivel de confianza con él.

La Policía señaló a José «El Chino» Nero como sospechoso, ya que fue una de las últimas personas que estuvieron con Emilia. (Foto: El Universo)

Al día siguiente, Nero fue detenido por la Policía Nacional y la Fiscalía de Loja, y fue señalado como sospechoso en la desaparición de la menor de edad. Ya en la dependencia policial, el profesor de baile fue interrogado y, después de dos horas, terminó confesando que la había asesinado y que había tirado su cuerpo al costado de la ruta Loja-Catamayo.

Asimismo, también dijo que había actuado en complicidad con su primo, el taxista Manuel Ambuduldi Rombalino y una mujer llamada Tania Yulecsy Ramón.

Inmediatamente, los efectivos policiales llegaron hasta el punto que el homicida confeso había señalado y encontraron el cuerpo de Emilia Benavides. Estaba descuartizadoincinerado y presentaba signos de abuso sexual.

“Inocentes 10″

La investigación del caso de la “Niña Emilia”, como fue apodado por los medios en ese entonces, llevó a cabo diversas pericias y realizó la reconstrucción de los hechos.

En esta línea, se pudo saber que el secuestro de la nena de 10 años había sido planificado y que Nero intentó raptarla en varias ocasiones a la salida de la escuela, pero como casi siempre la iban a buscar, no lo había logrado antes.

Luego de que el 15 de diciembre lograra avanzar en su plan macabro, llevó engañada a la menor hasta el centro de la ciudad y llamó a su primo, Manuel Ambuduldi, para que los pase a buscar con el taxi. Nero le entregó a la nena, ya que él junto a Tania Yulecsy Ramón, lideraban “Inocentes 10″, una red de trata que operaba para producir material de explotación sexual de menores.

Así fue cómo Emilia fue llevada hasta un hotel al norte de la ciudad el mismo día de su desaparición. Allí, la drogaron y la agredieron sexualmente para grabar videos pedófilos. Se supo, además, que por ello iban a recibir 1000 dólares como pago.

José «El chino» Nero junto a Manuel Ambululdi, ambos cómplices en el crimen de Emilia Benavides. (Foto: La República)

Tras la detención de los tres sospechosos, el 20 de diciembre de 2017 la Justicia los imputó por secuestro, trata de personas y homicidio, por lo que fueron trasladados al Centro de Detención Provisional de Azuay, al norte de la ciudad de Cuenca.

A pesar de ello, al día siguiente, Nero fue encontrado muerto en su celda luego de haber pasado menos de una semana tras las rejas. Aparentemente, el imputado usó una remera para ahorcarse.

Luego de una exhaustiva investigación, los oficiales descubrieron que Manuel Ambuduldi y Tania Yulecsy Ramón operaban a través de una página de Facebook llamada “Inocentes 10″, en la que captaban a chicos y adolescentes. La persona que se encargaba de hablar con ellos era Yulecsy, que en la red social se hacía llamar “10″.

Finalmente, la Justicia agravó los cargos de los imputados y se les sumó el de femicidio intencional y explotación sexual de menores, ambos como coautores. Fue así cómo, en diciembre de 2019, el Tribunal de Garantías Penales de Loja los condenó a 40 años de cárcel. Hoy pasan sus días en la cárcel de Turi, en Cuenca.