ACV: ¿Qué hacer para prevenirlo y cómo tratarlo cuando ocurre?

Datos aportados por la Organización Mundial de la Salud (OMS) indicaron que de las 15 millones de personas que sufren un ACV cada año, unas 5 millones mueren y otras 5 quedan con secuelas permanentes.

Los malos hábitos y las preocupaciones que suelen presentarse en estos tiempos hace que un enemigo peligroso aparezca en cualquier momento, a cualquier edad, cause una grave afección: se trata del accidente cerebrovascular (ACV), que no avisa, pero si ocurre puede llevar a un duro desenlace.

Respecto a las estadísticas, la Organización Mundial de la Salud (OMS) estimó que de los 15 millones de personas que sufren un ACV cada año, unos 5 millones mueren, pero otros 5 millones quedan con secuelas permanentes que afectan su calidad de vida y su autonomía. En el caso de nuestro país, donde se produce un ACV cada 9 minutos (lo que equivale a unos 126.000 al año), el accidente cerebrovascular constituye la primera causa de discapacidad permanente en personas adultas.

Palabra destacada

Con relación a esto, la doctora Verónica Matassa (M.N. 118.772) explicó que “en quienes han sufrido un ACV es fundamental trabajar sobre los factores de riesgo y sobre cambios de estilo de vida para evitar un segundo episodio, ya que el riesgo de recurrencia a los 5 años es del 26,4%, pero también es clave abordar el diagnóstico y tratamiento temprano por eventuales secuelas, para evitar el empeoramiento funcional del paciente y al mismo tiempo mejorar todo lo que sea posible su calidad de vida”.

El accidente cerebrovascular es el resultado de la pérdida súbita de flujo sanguíneo en algún área del cerebro, lo que puede deberse a la obstrucción de un vaso sanguíneo (forma isquémica) o a su ruptura (forma hemorrágica). En ambos casos, la falta de oxigenación de los tejidos cerebrales resultantes puede causar severas lesiones o incluso la muerte del paciente. Y si bien el pronto restablecimiento de la circulación en el área cerebral afectada por el ACV es el objetivo de su tratamiento agudo, en un gran porcentaje de los pacientes sobrevienen secuelas que pueden afectar la calidad de vida y la autonomía de quienes demandan un abordaje lo más temprano posible.

Sus causas pueden radicar en el sedentarismo, tabaquismo, hipertensión, colesterol alto, diabetes y consumo de alcohol o drogas, con lo cual es vital hacerse chequeos de forma regular, conocer los valores de presión arterial, triglicéridos y de colesterol para mantener cierta tranquilidad.

“Las secuelas son varias y cada una requiere un tratamiento específico. La espasticidad (ES) constituye una secuela motora importante y está presente en la mayor parte de los pacientes que han sufrido algún tipo de ACV y se han recuperado”, agregó la especialista, que precisó luego: “la espasticidad es un trastorno motor caracterizado por el incremento de los reflejos tónicos con aumento del tono muscular, velocidad dependiente en la resistencia al estiramiento pasivo, dado que se trata de una secuela que, si no es atendida prontamente, empeora la calidad de vida del paciente, pues produce acotamiento y deformaciones que producen dolor discapacitante, afectando aún más la calidad de vida de los afectados”.

¿Cuáles son los síntomas del ACV?

En lo que refiere a los síntomas, los mismos son dificultad para expresarse o entender las palabras, pérdida repentina de la visión, trastornos para caminar, pérdida súbita de la conciencia y parálisis o pérdida de fuerza en la mitad del cuerpo.

Un dato muy interesante a considerar es que los estudios muestran que entre los 3 y 18 meses posteriores a un ACV, las lesiones cerebrales pueden causar un cambio en la remodelación muscular que conduzca a desarrollar una forma grave de espasticidad. Sin tratamiento, en general, a los 3 meses el 27% de los pacientes ha desarrollado espasticidad y a los 6 meses esa secuela ya afecta al 58% (15% de ellos en forma grave).

Espasticidad, a tener en cuenta

Las herramientas diagnósticas de las que disponen en la actualidad los médicos permiten, tan pronto como a los 10 días de sufrido el ACV, pronosticar el desarrollo de la espasticidad con alta sensibilidad y especificidad, dando lugar a su tratamiento precoz.

En ese sentido, la profesional apuntó que “La espasticidad debe tratarse con un equipo multidisciplinario y, desde el punto de vista farmacológico, puede abordarse con tratamientos orales que tienen acción sobre todo el organismo o con tratamientos focales, que actúan solamente sobre los músculos afectados, con toxina botulínica. Existen también las bombas de infusión intratecal para los casos especiales. La mayoría de los pacientes que padecen un ACV deberían tener acceso a un tratamiento correcto desde el inicio de síntomas, la importancia de lo que llamamos la hora de oro. Posteriormente, se debería trabajar la rehabilitación desde el agudo, como sucede en los países del primer mundo”.

Atención rápida al paciente

Luego de producido un incidente de ACV, lo primero que debe hacer un paciente es recibir atención de manera inmediata para poder reconocer y evaluar el cuadro. En una primera etapa, la denominada de la urgencia, en la que arriba el paciente a un centro de salud, es atendido por el médico de terapia intensiva y el neurólogo.

Una vez estabilizado, requiere de una atención y equipo multidisciplinario. Aquí intervienen fisiatras, fonoaudiólogos, terapistas ocupacionales, kinesiólogos, que trabajan conjuntamente con el neurólogo.

Los profesionales insisten en que el tratamiento inmediato es clave a la hora de mejorar el pronóstico de los pacientes tras sufrir un accidente cerebrovascular. “Es fundamental tomar conciencia de que el tratamiento temprano de las secuelas permite reducir su impacto, permitiendo que el paciente tenga una mejor calidad de vida”, finalizó explicando la doctora Matassa.

Consulta ante cualquier duda

Una manera de cuidar el cerebro es recurrir a la consulta médica de urgencia ante síntomas como asimetría de la mitad de la cara, caída repentina de uno de los brazos, habla incoherente o dolor de cabeza en estallido, entre otros posibles.

A través de las imágenes captadas, se pueden tener diversos parámetros claves de la situación del cerebro del paciente en ese instante, y orientar sobre las medidas terapéuticas para disminuir las secuelas del ACV. En tanto, la sofisticación de la tecnología de la actualidad permite estudiar el estado de las arterias cerebrales, autorregulación y presión cerebral.

Para esto se utiliza un novedoso equipamiento de punta llamado doppler transcraneal, que mide la velocidad del flujo sanguíneo en las principales arterias del cerebro de forma no invasiva, porque utiliza un método ultrasónico, lo que permite ser repetible e inocuo.

Finalmente, este equipo facilita la detección de estenosis y émbolos que pudiesen circular por el torrente sanguíneo, y el estudio aporta un valor fundamental al diagnóstico en etapas tempranas de las enfermedades del cerebro y en su prevención total.

Importancia de los controles periódicos

El ACV puede ser prevenible en un 80 por ciento de los casos, y esto incluye realizar un control anual de salud, llevar un estilo de vida saludable, controlar la presión arterial y la glucosa en sangre, realizar actividad física sostenida, mantener una alimentación sana (dieta de patrón mediterráneo, incremento en ingesta de frutas y verduras, reducción del consumo de sal y grasas saturadas y disminución del consumo de carnes), controlar el estrés y no fumar.

Otras medidas contemplan el uso de antiagregantes plaquetarios o consumo de pescado al menos dos veces por semana para obtener ácidos grasos omega-3 saludables y cocinar los alimentos en horno en lugar de freírlos. Los tratamientos no son todos iguales, ya que dependerá de algunos factores como el tipo de ACV, edad del paciente, estado de salud previo y tiempo transcurrido desde el inicio de los síntomas.

Durante años el tratamiento con coagulantes se realizaba con drogas como antivitamina K, que fueron eficaces, pero requerían controles periódicos, presentaban interacciones con drogas y alimentos y su dosificación era personal. Los nuevos anticoagulantes tienen dosis únicas, no requieren los controles de laboratorio y son superiores a las antiguas drogas.