
La reciente tensión política generada por el cierre de listas en la provincia de Buenos Aires evidenció nuevamente las profundas divisiones internas dentro del Partido Justicialista (PJ). Axel Kicillof, gobernador bonaerense, se vio forzado a activar su “plan B” ante la falta de acuerdos definitivos y la creciente presión de distintos sectores del peronismo.

La negociación para cerrar candidaturas se transformó en una verdadera pulseada, en la que distintas facciones buscan mantener su protagonismo y asegurarse un espacio dentro de las listas. Aunque se esperaba que el proceso culminara con una unidad interna sólida, las disputas evidenciaron que la interna del PJ sigue abierta y con fuerte influencia en el rumbo electoral.
El gobernador Kicillof tuvo que maniobrar para evitar un desgaste mayor, desplegando estrategias alternativas que le permitan contener la situación sin perder apoyo en las bases y en las estructuras partidarias. A pesar de los esfuerzos, la fragmentación y las peleas por candidaturas continúan condicionando el panorama político provincial.
Esta coyuntura muestra que el PJ aún no logra cerrar heridas internas y que las tensiones dentro del partido podrían repercutir en la campaña electoral que se avecina, generando incertidumbre sobre cómo se resolverán las listas y qué peso tendrán los distintos sectores en la definición final.