La demostración de fuerza que pretende ejercer Javier Milei sobre el Congreso al vetar, de manera total, la ley que mejora los haberes jubilatorios tendrá efectos pírricos. Aunque la oposición no alcance los dos tercios de los votos para insistir en la norma, tanto críticos como dialoguistas advierten que semejante mazazo caldeará todavía más ánimos, le complicará al Gobierno la sanción de las leyes por venir y le abrirá la puerta a nuevas y más agresivas iniciativas opositoras.
“Milei se arriesga a jugar con fuego”, avisan en la oposición. No sólo por los eventuales contraataques del Congreso; también por el costo político que, aseveran, erosionará la figura del presidente al negarles a los jubilados una recomposición del 8,1% que el Gobierno no reconoció por la inflación de enero pasado. El veto, más que afectar a los legisladores que la votaron, será visto como una afrenta contra uno de los grupos poblacionales más afectados por el ajuste, sostienen.
El veto total torpedeará los canales de diálogo con los pocos dirigentes de la oposición dialoguista que, hasta ahora, facilitaron la gobernabilidad parlamentaria. Y que se ofrecían a viabilizar el tratamiento de una de las leyes más relevantes por venir al Congreso, el presupuesto 2025. Aquellos que, hasta último momento, intentaron persuadir a distintos interlocutores de la Casa Rosada a que el veto fuera parcial, no total, para evitar una guerra abierta.